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A continuación publico una pequeña reflexión sobre la tecnología IP. Se trata de una contribución que realicé a un foro. Dicho foro se encuentra dentro del Master Duria y más concretamente dentro del foro de un modulo de la cual estuve de profesor.

 

REFLEXIÓN IP

 

Voy a escribir unas palabras sobre IP. Hemos visto en este capítulo de qué van estas dos siglas, IP, que hasta salen en los titulares de los periódicos. Lo que no hemos hablado en los apuntes es hasta que punto el concepto IP puede convertirse en una auténtica revolución o como se oye a veces por ahí en un auténtico cambio de paradigma.

Ahora mismo se está mascando una nueva evolución del IP actual para pasar al IP de nueva generación. Los técnicos sabemos que al actual IP no le queda mucho tiempo ya que su espacio de direcciones posibles se está agotando, es decir, en unos años no habrá suficientes direcciones IP para todo aquél que lo necesite. ¿La solución?, está claro: ampliarlo!, es lo mismo cuando la numeración de la matriculación de vehículos no da para más coches, la solución es pues: ¡más letras!. Ahora, ya está definido el nuevo IP que se llama IPv6, el actual es IPv4. ¿Que tiene de especial este IPv6?, pues, a parte que mejora muchas de las características del IPv4, tiene una característica muy tonta: su espacio de direcciones es inmenso: por cada metro cuadrado de la Tierra caben millones de direcciones IP.

Antes de continuar, vamos a hacer primero un retroceso. Recuerden que IP uniformiza los datos: todos los datos se convierten en paquetes IP independiente de que sean de voz, video, texto,… Es decir todo se trata igual, y como todo se trata igual, todo es más fácil, o sino que se lo digan a los transportistas marítimos, donde el invento de los contenedores supuso una explosión de transporte por mar. En fin, que existirá una esperanto común para que todos los “aparatitos” se puedan comunicar.

Continuando con las direcciones IP…, pues si van a sobrar las direcciones IP, por qué no ponemos una dirección IP a la nevera, otro al lavavajillas, otro al TV, … y hasta otro a nuestro perro, y si tenemos cariño a una mosca, pues también! Por supuesto que nosotros también tendremos una dirección IP, tendremos direcciones IP públicas y privadas, en mi caso particular tendré varias direcciones privadas distintas, unas “buenas”, pero también “malas” (por ejemplo, para salir de marcha por las noches). Ni Aznar ni Zapatero se librarán de tener su dirección IP, llegaremos hasta decir; “me cag… en la dirección IP de … aznar/zapatero/arzallus/…”(táchese lo que no proceda). Todos tendremos una dirección IP, y los que no la tengan serán como los “salvajes” de la novela “Un Mundo Feliz” de Aldoux Huxley, y los llamaremos. ¡inadaptados!, aunque puede que sean más felices que los adaptados.

Luego la cosa se complica: ahora mismo la tecnología de radio hace “virguerías” (o acaso no conocen el bluetooth, las redes wi-fi, y por supuesto los móviles). Pero la cosa todavía se complica aún más, o no conocen de esos experimentos reales en que una persona parapléjica ha logrado mover el cursor del ordenador con el pensamiento a través de un dispositivo incrustado en el cerebro.

Pues ahora junten todo: cada uno de nosotros tendremos una dirección IP (yo seguiré insistiendo en tener varias), tendremos un dispositivo incrustado en nuestro cuerpo con su dirección IP, lo conectaremos al cerebro y enlazaremos con el mundo exterior vía radio. Con todo este mejunje, imagínense todo lo que podremos llegar a hacer. Por supuesto antes de irnos a dormir tendremos que deshabilitar el dispositivo del cerebro, si no ya se pueden imaginar que mientras  soñamos podemos empezar a llamar a esa chica (o chico) para hacerle proposiciones incontroladas que pueden ser buenas, pero seguramente serán malas o indecentes.

Podremos hablar como los telépatas de la Segunda Fundación de Isaac Asimov, pero ayudados de la tecnología. Cuando lleguemos a casa, con el pensamiento podremos encender la luz, no hace falta que gritemos: ¡¡ya llegué!!, sino que lanzaremos un paquete IP anunciando nuestra llegada. Sabremos al instante si el perro se encuentra bien, sabremos donde está la mosca a la que tenemos tanto cariño,…

En fin, ¡todo estará controlado! ¿Bueno o malo? ¿Seremos más felices? Yo no lo sé, pero igual ustedes pueden intuir si todo esto podrá ser bueno o malo: lanzo la pregunta!! Da en cierto modo miedo, nosotros posiblemente no vivamos con este mundo, pero igual nuestros tata..ranietos puedan encontrarse con todo esto. Eso sí, sé que seguiremos siendo personas, más interconectados, pero ¡personas!, tal como somos ahora y como éramos hace 100, 1000 ó 10000 años. O si no piensan así, lean (si no los han leído) a Platón, Homero, Horacio y hasta a los mismos sumerios de hace más de 4000 años, y verán que somos las mismas personas y eso que no tenían teléfono móvil, ni coche ni fregona. Ojalá que la tecnología nos permita ser más felices. En cambio, si nos convertirá en menos felices, permítanme decir: al IP, ¡¡qué le den!!

“Los que atraviesan los mares cambian de cielo pero no de condición” Horacio, Odas (65 a.C.-8 a.C.)

 

última actualización: julio 2004